Llego a la casa, y recogo las cartas que estan tiradas en el suelo, no me siento triste, ni tampoco feliz, "estoy sumergida en la misma rutina que hace un año", pienso entre mí. Y es verdad. El trabajo, el metro, los amigos, mis caminatas, todo es exactamente lo mismo.A veces me dan ganas de gritar porque me siento encerrada, y grito. En mi soledad grito, lloro, pataleo, rio, canto y soy feliz.
Me agrada la soledad, siempre me agrado, desde pequeña. Disfrutaba tener mis momentos a sola en mi pieza, con música y ahí escribía en mis diarios de vida, lo que había ocurrido y que era importante y por supuesto secreto. Era todo lo contrario a mi madre, que era una anti-soledad. No le gustaba que me encerrara en mi pieza, porque según ella "se sientía sola" o "le daba miedo", o no le gustaba dormir sola, cuando mi papá salia fuera de santiago. Yo la acompañaba, pero al final igual pude tener mis momentos en soledad en mi pieza, porque (según mis palabras en esa epoca) "Es mi pieza, y puedo hacer lo que quiera!".
Ahora, nadie esta en mi casa cuando llego. Nadie. Solo yo.
Ahora, nadie esta en mi casa cuando llego. Nadie. Solo yo.
Disfruto cuando llueve, en especial cuando las gotas caen por sobre las tejas y cuando chocan contra el balcón. Me agrada -en esos días- sentarme en la ventana con un libro y un café. Ocino me acuesto sobre la alfombra con la estufa y reflexiono, sueño, o solo miro las estrellas. (Cosas que hago desde pequeña). Me acuerdo cuando mi hermano entraba a mi pieza y se reía, porque yo estaba acostada en mi cama, con la mente fija en la ventana, mirando las estrellas. Y el me molestaba diciendo "la romina es emotiva!" o "la romina esta enamoradaa!!". Y yo me reía... solo miraba, porque me gustaban, y porque pensaba, nada más.
Veo las cartas, cuentas, cuentas y más cuentas. Y una que otra postal de un amigo que está en el extranjero. A veces me dan ganas de llorar por todas las amistades que uno va perdiendo en el camino, es tan corta la vida y pasan tantos amigos por ella. Los mejores siempre están ahí, pero los que me dañaron o me decepcionaron, simplemente no están. Y creo que tampoco los quiero aquí ahora.
Son las 7 de la tarde, de un día hermoso de verano, y aún no oscurece.Y yo siento que quiero hacer algo, algo... pero no se aún que es. Acique decido tomar un vaso de agua, y pensar en las cosas que debería hacer alguna vez. Como hacer gardinería. El balcón se ve muy sombrio, y podría ponerle algunas plantitas. O podría cambiar el color de mi pieza, desde chica que le cambio el color a las piezas... un día pensaba y decía: "Me aburrio este color", o decía "me aburrió esta piezaaaa!" y la cambiaba completamente. Esos cambios me gusta hacer, cambiar un poco, para variar un poco también.
O tal vez debería ordenar todos los libros que tengo -que no son pocos- hace como 6 meses tube la intención de ordenarlos, pero al final me rendí, porque la verdad, es que me dio flojera. Solo dejé ordenados mis preferidos, para re-leerlos siempre. Creo que iré a fin de este mes -cuando me pagen- a revisar libros, por el persa biobio. Desde los 15 años, me vende libros un "caballero amigo", -como siempre lo llamo-, es que siempre quiso ser parte de mi familia y nunca pudo. Acique se conformo con una "sobrina postiza que disfrutaba de la lectura" y me vende mucho más barato los libros, porque soy la sobrina que nunca pudo tener (ya que mi querida naná de mi niñez y juventud nunca le dio bola... la verdad). Y sabe los libros que me interesan, acique es una perfecta relación.
Creo que ya sé que es lo que quiero hacer. Cierro las ventanas del balcón, apago la radio mamona, me pongo mis zapatillas converse y agarro las llaves. Y salgo a caminar.
[es FICTICIO]