Ya no aguantaba la pena que tenía reprimida, me sentía aprisionada en mi propio cuerpo. Agarré mi chaqueta, tome las llaves y salí corriendo. Corrí hasta que mis piernas cayeron en el pasto mojado del parque y lloré como una niña, hasta que me canse de hacerlo. Comenzó a llover y en vez de preocuparme por mi cabello, me paré y camine observando el paisaje que había a mi alrededor. Y por fín comprendí que está era mi vida y que las heridas tendría que enfrentarlas tarde o temprano.

Caminé a casa, cuando llegué me saque las zapatillas, y la ropa mojada, me senté en la alfombra, agarré el telefono y marque los números que aún retenía en mi memoria perdida. Cuando escuche su voz al otro lado, sentí panico, pero luego hablé, tratando de cerrar las heridas del pasado que tanto me atormentaban, tantos años después.